La vida en familia

La vida en familia es nuestra primera escuela para nuestra vida emocional. Es allí donde aprendemos como sentirnos con respecto a nosotros mismos  cómo los demás reaccionarán a nuestros sentimientos. También aprendemos a pensar sobre estos sentimientos, que alternativas tenemos, a interpretar y expresar esperanzas y temores. Esta escuela emocional no solo opera a través de las cosas que los padres dicen o hacen a sus niños directamente, sino también en los modelos que ofrecen para enfrentarse a sus propios sentimientos y a los que se producen entre marido y mujer. La educación moral más efectiva resultan de las lecciones que se imparten a los niños durante los hechos reales, no solo como cuestiones abstractas. La forma en que los padres tratan a sus hijos tienen consecuencias profundas y duraderas en la vida emocional del niño.
Tener padres emocionalmente inteligentes es una ventaja para el niño. La forma en que una pareja lidia con los sentimientos recíprocos, además del trato al niño, imparten poderosas lecciones a los niños que son alumnos astutos, sintonizados con los intercambios emocionales sutiles que se producen en la familia.
Los tres estilos mas comunes de paternidad inepta son:

  1. Ignorar los sentimientos en general, sin lograr conectarse con sus hijos, sintiendo que los sentimientos son estúpidos.
  2. Mostrarse demasiado liberal, no ponen límites y recurren a la negociación y soborno.
  3. Se muestran desdeñosos y no sienten respeto por le que el hijo siente, son duros castigadores, si el niño quiere dar su versión de os hechos dicen "no me contestes", son críticos y desaprobadores, castigan la menor señal de irritabilidad de sus hijos.
Hay otros padres que aprovechan la oportunidad y trastornos de sus hijos para actuar como mentor y entrenador emocional, tomando los sentimientos de los niños con seriedad como para tratar de entender lo que los preocupa y ayudarlos a encontrar formas positivas de aliviar esos sentimientos. Para ser un padre eficaz y entrenador emocional, se debe tener un dominio de los rudimentos básicos de la inteligencia emocional.
Una de las lecciones básicas es como distinguir los sentimientos. Un padre que no sintonza con su propio sentir no puede ayudar a entender la diferencia que existe entre lo que se siente al ver una película triste y la tristeza real, que surge cuando algo a un ser querido o la aflicción por una pérdida.
Hay otro tipo de comprensiones mas elaboradas aún, como la ira que suele ser provocada por el el hecho de sentirse herido. A medida que crecen los niños las lecciones van cambiando. Las primeras comienzan en la primera infancia, cuando los padres conectan con los sentimientos del bebe.
Otras habilidades se afirman con los amigos a través de los años, peor los padres emocionalmente expertos pueden hacer mas para ayudar a sus hijos.
Por ejemplo, enseñar a reconocer, elaborar, y aprovechar sus sentimientos, a empatizar y enfrentarse a los sentimientos que surgen de las relaciones. El impacto que este tipo de paternidad ejerce en los niños es extraordinariamente profundo. Estos chicos se desempeñan mejor en el manejo de sus propias emociones, son mas eficaces en serenarse cuando están preocupados y lo hacen con menor frecuencia, son mas relajados en el plano biológico, presentando niveles mas reducidos de las hormonas del estrés y otros indicadores fisiológicos de la excitación emocional.
Si esto se sustenta a lo largo de la vida podría augurar mejor salud física, ventajas sociales, como tener mejores relaciones y caer mejor, siendo mas hábiles socialmente, en sus hábitos de estudio, siendo catalogados de esta manera por sus maestros y sus padres, teniendo menos problemas de conducta como brusquedad, agresividad, prestaran mas atencion y alumnos mas eficaces. Los chicos con buenos padres entrenadores tienen mayor puntuación en matemáticas y lectura cuando llegan a tercer grado. Así la recompensa para los chicos con padres emocionalemnte expertos es una sorprendente gama de ventajas que van mas allá del espectro de la inteligencia emocional.
El impacto de la paternidad comienza en la cuna, los bebés que perciben una buena dosis de aprobación y estímulo de los adultos confían en sí mismos ante los pequeños desafíos de la vida. Cuando se crían en hogares tristes, caóticos o negligentes, abordan los desafíos sintiendo que ya van a fracasar. Vivirán su vida con visión derrotista sin esperar ningún estimulo e interés de los adultos. Tendrán una mala actitud escolar con tendencia a abandonar su educación.
Los padres deben comprender como sus actos pueden ayudar a generar confianza, curiosidad y placer por aprender, y la comprensión de los límites que ayudan a tener éxito en la vida. El éxito en la escuela depende en gran medida de las características emocionales formadas en los años anteriores a la escuela. Si bien los primeros años son importantes para dar forma a la inteligencia emocional, estas capacidades continúan formándose a través de los años escolares; pero lo que ocurre en los años anteriores son la base esencial del aprendizaje.
El éxito escolar de un niño no se pronostica por la precoz habilidad de leer o algún conocimiento adquirido antes de tiempo, sino por parámetros emocionales y sociales, como ser seguro de sí mismo, mostrarse interesado, tener el tipo de conducta esperada, dominar el impulso de portarse mal, ser capaz de esperar, seguir instrucciones, confiar en los maestros y recurrir a ellos en busca de ayuda, expresar sus necesidades correctamente al relacionarse con otros chicos. Casi todos los niños con desempeño pobre en la escuela, carecen de uno o mas elementos de la inteligencia emocional (al margen de dificultades de aprendizaje). La buena disposición de un niño para la escuela depende del mas básico de todos los conocimientos, del interés de como aprender.

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